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La diferencia entre que un pan se quede duro o no depende en gran medida del tipo de pan pero también de lo que hagamos para conservarlo.

 

En muchas ocasiones comprar un pan barato equivale a que se quede como una piedra y haya que tirarlo, con lo que al final no habremos conseguido ningún ahorro. La razón principal de que un pan se quede duro es que está poco cocido, eso hace que tenga más agua (no se ha evaporado) y este pese más. De esta forma estamos comprando una barra de 125gr, cuando en realidad si hubiese cocido en condiciones, el pan pesaría menos. Con esto muchas panaderías industriales consiguen panes más pesados con menos harina. Este pequeño ahorro de harina multiplicado por miles de barras es un ahorro importante para estas panificadoras industriales. A esto normalmente se le une un exceso de levadura industrial que lo hacen crecer más rápidamente y el uso de una harina de baja calidad, obteniendose así un pan de una ínfima calidad. Estudios médicos achacan la proliferación de la intolerancia al gluten al aumento del consumo de estos panes.

 

No hay que olvidar que todos los panes tienen levadura. Los de masa madre o levadura madre, utilizan la levadura natural que contienen los granos de cereales y es por ello que necesitan un periodo de fermentación más largo lo que encarece el producto. Después está la levadura industrial (no confundir con levadura química), que es una variedad de una cepa de la levadura de cerveza y que se viene utilizando desde mediados del siglo pasado. También hay panes con otras levaduras añadidas pero de gran calidad.

 

Este exceso de humedad (del pan de baja calidad) provoca que se endurezca y seque más rápidamente (debido a que pierde agua en el ambiente) es el mismo motivo por el que si ponemos una barra un rato dentro del horno y la calentamos obtendremos pan como si estuviera recién hecho, como el pan precalentado que encontramos en montones de panaderías. No hay que confundir esto con el pan congelado que en ningún momento modifica la calidad del mismo.

 

Afortunadamente todavía quedan panaderías artesanales que siguen haciendo el pan como años atrás, notándose en la calidad final del producto, aunque esto les supone unos costes de elaboración elevados, aun siendo muchos los comercios que acaban recurriendo a despachar barras de pan adquiridas ya pre-cocidas (y un gran número de veces congeladas) a panificadoras industriales y terminando la cocción en hornos eléctricos que allí disponen, pareciendo que está recién hecho por ellos.

 

Nuestros panes están elaborados con masa madre, como antiguamente, con el tiempo justo de cocción y con una corteza crujiente que aísla la miga del exterior para que esta mantenga todas sus propiedades.

 

Si te gusta el pan caliente, lo más recomendable es nada más llegar a casa, rebanarlo y guardar en una bolsa de plástico cerrada en el frigorífico. De esta forma conseguimos que no pierda nada de su humedad y tranquilamente nos podrá durar de dos a tres semanas. Después será cuestión de abrir la bolsa, sacar lo que pensemos comer y volver a cerrar la bolsa tal como estaba. Lo que hemos sacado lo ponemos en la tostadora y disfrutaremos de un pan como recién hecho.

Si no te gusta el pan caliente, lo mejor es hacer como antes. Envolver el pan en un paño de algodón incluso dentro de las tradicionales paneras de madera que permiten que el pan respire, pero ayuda a conservar la humedad del interior. Iremos cortando según vayamos necesitando.

 

Y algo muy importante. Si el pan que hemos comprado aún está caliente, siempre deberemos dejarlo enfriar antes de guardarlo.

 

A la hora de elegir un lugar este deberá estar alejado de focos de calor, del sol y a poder ser en un lugar fresco y seco.

 

La congelación es otra opción que funciona a la perfección. Previamente cortado en rebanadas y guardado en bolsa de plástico totalmente cerrada, para ir sacando la cantidad necesaria cada vez que sea necesario. Aunque el pan en general, es un producto que congela muy bien, los panes de masa madre lo hacen aún mejor.

  

 

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