1- Calentar la leche a 40ºC, añadir la levadura prensada y deshacer bien en la leche.
2- Añadir 50 g de harina y amasar formando una bola.
3- Poner la bola en un recipiente tapado con un trapo húmedo y dejar reposar en un lugar cálido hasta que doble su volumen.
4- Mientras, formar un volcán con la harina restante e incorporar el resto de los ingredientes y amasar todo hasta obtener una masa compacta.
5- Una vez conseguido esto, incorporar la bola con levadura reservada y mezclar bien. Si vemos que se nos queda demasiado húmedo y se pega, podemos ir añadiendo algo más de harina de fuerza.
6- Hacer una bola con esta masa y colocar en un recipiente tapado, cerca de una fuente de calor, aproximadamente una hora y media, o hasta que doble su volumen.
7- Una vez doblado el volumen, volveremos a amasar un poco para darle su forma definitiva. Es preciso hacer primero una bola a la que haremos un agujero en el centro que iremos estirando para hacer la forma del roscón.
8- Éste es el momento de introducir la sorpresa que deberá estar debidamente envuelta en papel film.
9- Colocamos el roscón en una fuente de horno, sobre papel sulfurizado, y dejaremos fermentar dentro del horno durante otra hora aproximadamente o hasta que doble su tamaño a una temperatura de 40ºC.
10- Pasado ese tiempo, sacamos el roscón y subimos la temperatura del horno a 180ºC, calor arriba y abajo. Mientras coge temperatura, podemos decorar el roscón. Primero pintamos la superficie con huevo batido, procurando no apretar la masa, y después colocamos las frutas escarchadas, el azúcar humedecido y las almendras laminadas.
11- Metemos de nuevo el roscón en el horno, a 180ºC, durante unos 20 minutos.
12- Sacar el roscón ya horneado y dejar enfriar.
Un último consejo para terminar: Procura que, cuando saquemos el roscón, en su última fermentación para decorar, no sufra un cambio brusco de temperatura que haga que se baje.